La nueva era Bridget Jones

Ayer estuve viendo por enésima vez una de mis películas favoritas: El diario de Bridget Jones. Allí estaba yo recreándome en mis cinco sentidos cuando tuve una “flashada”. Si señoras y señores, como lo oyen, y además una de esas en plan Santa Teresa de Jesús, con su rayo de luz, los ojos en blanco y toda la parafernalia que le sigue.

Lejos de sentirme una copia burda y barata de Rappel, me dejé llevar por aquel halo de misterio y clarividencia.

Entonces nos vi, a mí y a trescientos más. Centenares de “Bridgets y Bridgots Jones”: abocados al alcohol, fumadores compulsivos, vestidos de conejitas/os, sin pareja, sin hijos, sin vestigio alguno de dignidad.

Tras esto volví de este mi trance espiritual y llegué a elaborar dos notas mentales y una posterior conclusión:

a) Nota mental1: acordarme de apagar el gas. Nota mental2: si no hay alcohol con el gas también te puedes montar la fiesta.

b) Conclusión sobre la vida vislumbrada en aquel acceso de espontánea divinidad: no está nada mal.

Amigos y amigas, hace tiempo que muchas mujeres y hombres no tienen como objetivo principal en la vida procrear cual incansable manada de primates en celo, sino que ahora existen alternativas.

Una vida contemplativa dedicada al cultivo de amistades y relaciones interpersonales varias, provechosas y lucrativas es una nueva forma de vida muy atractiva. No obstante y como todo en este mundo cruel, muchos son los llamados y pocos son los elegidos, y los pobres elegidos sufrirán cual tortura medieval la pesada carga del noble arte de la vida de soltero en esta nuestra sociedad, caracterizada por el cambio climático, la violencia, el consumismo y un afán incomprensible por vestirse con tapetes de abuela combinados con camisetas de Nirvana.

Por ello seguirán habiendo Señoras que… “te preguntan cómo va tu vida amorosa”, esos agradables especímenes que al abrir la boca transmiten ansias al interlocutor de propinarle una buena patada en el orto. Pero en vez de eso controlas esa bestia furibunda confundible con un gargajo que asciende por la garganta amenazando con estallar y contestas: “Estoy en una etapa muy interesante de mi vida: Sin hijos, sin pareja estable y fumando, bebiendo y follando lo que me da la gana.” Y lo sueltas, y te quedas más ancho que largo.

Pero entonces, cuando crees que ya todo ha acabado, llega tu madre a aportar esa dosis de realidad que muchas veces resulta totalmente innecesaria. Y tu madre lo “deja caer”. Sí, porque las madres no “dicen”, “sueltan” o “anuncian”; las madres “dejan caer”.

“Pues se te está pasando el arroz, te vas a quedar para vestir santos”. ¡ZAS! Y con esa patada amorosa-filial vuelves a la vida real y te das cuenta de que tiene razón. Pero te da igual porque enciendes la tele y resulta que están haciendo Bridget Jones, y te dices: si ella con 20 kg más que yo pudo, yo también.