lunes, 12 de diciembre de 2011

La utopía de los unicornios

Ante todo me gustaría dar las gracias a todos los lectores que hicieron que mi artículo “La nueva era Bridget Jones” estuviera durante una semana en el primer puesto de la lista de entradas más populares. Muchas gracias por saber apreciar este nuestro noble arte el de juntar palabros e intentar que salga algo legible.

En segundo lugar pedir disculpas por haber tardado tanto en publicar mi segundo artículo, esto es debido a que en mi ciudad acabamos de salir de unas fiestas patronales y como diría Ana Botella, cuando se mezclan peras con manzanas la cosa no acaba bien (excepto en el caso de la macedonia), por lo que juntar Vírgenes con borrachos no da muy buen resultado. La cuestión es que mis neuronas ya se habían acostumbrado a no trabajar y ha sido difícil que vuelvan a la rutina, pero después de dos huelgas y tras varios días de negociaciones han cedido a ocupar de nuevo su puesto de trabajo.

Y es que las fiestas siempre acaban igual: el hígado pidiendo a gritos una tregua y algunos preguntándose si eso que les ha salido en la cabeza es un chichón o un intento fallido de digievolución en unicornio. No, ahora no os hagáis los recatados: a todos nos encanta después de una gran orgía para los sentidos compartir nuestras impresiones en pequeños coloquios acerca de lo bonitas y favorecedoras que quedan las cornamentas de la gente que las luce, recreándonos en su infinita ignorancia acerca del nuevo complemento capilar.

Llamadme tradicionalista y/o conservador, pero sigo sin entender ese vicio infame que corroe el alma humana y que la lleva a fornicar a la mínima oportunidad abocando su vida posterior al sufrimiento de las llamas eternas del infierno. ¿Soy el único al que no le hace falta acabar en un lecho ajeno un sábado por la noche para pasarlo bien?, ¿Son las mentes adolescentes un amasijo de materia evaginada con la fijación enfermiza de crearse una lista de “presas” cual álbum de cromos infantil?, ¡Madurad un poco, coño!

Pero, amigos y amigas, el karma nunca falla. El karma, ese cuento de niños con moraleja incluida que reinventaron los indios para hacer de la típica frase de profesora de primaria (“no hagas lo que no te gusta que te hagan”) una máxima espiritual que ocupa el top ten del nirvana hindú. Para ponernos en situación, el karma es como el cobrador del frac pero a nivel ético-moralista, y a todos aquellos que retozan sin mesura a espaldas de sus respectivas parejas no les quepa duda que el karma irá a por ellos cual hombre del saco en mitad de la noche y les regalará desde un constipado catarroide hasta una magnífica enfermedad venérea con tacto rectal incluido.

Y ahora viene la parte en que aparece la excusa por excelencia después de la gran hecatombe: “Es que iba muy ciego/a”. ¡Y una mierda! ¿Existe alguien que a estas alturas aún se crea semejante chorrada? Que ya tenemos una edad…

El día de después el pueblo parece estar desierto, y todo es una extraña mezcla entre un mundo onírico-resacoide y la utopía de los unicornios. ¿Dónde se esconden esas almas en pena corroídas por el remordimiento de los actos impuros cometidos? Habrán corrido despavoridos a esconder la cabeza en algún confesionario polvoriento y abandonado…

Es lo que tienen las fiestas patronales, a unos despierta el ansia de beber y a otros la necesidad de perdón cristiano.

7 comentarios:

  1. Enhorabuena de nuevo!!! Y sí!!! Estoy totalmente de acuerdo contigo en todo lo que dices... lo único... "i" es catalán... cuidado ;)

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  2. ¡Muchas gracias! Y gracias por el fallo, es de nacimiento jajajaja

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  3. Tu manera de escribir me recuerda a la de Helen Fielding. Y eso me encanta. Enhorabuena.

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  4. Me siento halagado jajaja muchas gracias :)

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  5. Me encantó el primero y me encanta el segundo. Sigue así que nos haces pasar buenos ratos leyendo lo que escribes:)!

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  6. Genial, com tot el que escrius! :)
    M'encanta Tono!

    At: Martha!

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  7. Dos de dos. Empiezo a pensar que tú eres yo y que has venido del futuro a publicar mis pensamientos...

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